¡Dejenme que les cuente sobre especial!

Lo que nos sucedió en especial fue realmente “fuerte”. Dicen que la experiencia es intransferible, y en este momento siento que es verdad, que es muy difícil sintetizar lo que vivimos... En fin... ¡haré el intento!

Impacta, ver lo que los chicos pueden lograr hacer en un solo día de trabajo con ellos. Creo que la clave fue tener en cuenta sus necesidades e intereses. Además, tratamos de estimular su creatividad con propuestas que también a nosotras nos resultaran divertidas.

Es hermoso ver como los chicos se abalanzan a la mesa de libros después de presentárselos con juegos y actividades. Nos llevan de la mano para que les leamos, nos preguntan si pueden copiar algún fragmento, nos piden cosas especificas...y sabemos que son chicos con problemas de atención, de conducta, emocionales o problemas físicos muy concretos. También sabemos que no leen, o que no les leen, por lo que nos contaron antes. Con lo cual sentimos una gran satisfacción de mostrarles, como dijo otra colega, que los libros no son aburridos y abrir una posibilidad en su cabecita. Tratare de ir contando un poco de cada lugar que visitamos

En las salas de espera, por ejemplo, que padres y chicos pudiesen disfrutar...es algo maravilloso. De golpe el espacio se transformaba en teatro, y se transformaba a los pacientes en publico, y la “espera” pasaba a segundo plano. En el momento en que circulaban los libros muchos papas leían a sus hijos, y se producía una conexión entre los chicos que participaban de las actividades. Como sucedió con la nena que quiso preguntar a todo el mundo que le gustaría ser si no fuese una persona. (LINK: ¿Qué te gustaría ser si no fueras una persona? en VQC)

Cuando recorrimos las habitaciones, conocimos a Agustina, una nena sumamente coqueta que nos contó un montón de cosas de su casa y de su vida, no paraba de abrazar a uno de mis titeres. Estaba levantada y nos quiso acompañar en el recorrido de las salas.

En diálisis los chicos tienen un televisor gigante y una expresión de triste aburrimiento. Fuimos acercándonos a cada uno, primero a charlar, después a leerles y jugar. Lautaro, que ya nos había visto una vez en otra parte del hospital y se había mostrado hermético, se engancho mucho con los cuentos y los títeres. Dibujó y nos dio la respuesta mas disparatada a nuestra pregunta sobre el obelisco.”sirve para tirarse en carro y vomitar sentado” nos dijo, y todos reímos. Que los chicos se rían en diálisis, tiene un valor que pocos pueden imaginar.

Trabajando en el hospital sentí por primera vez que ser titiritera podía ser importante. Y cuando digo titiritera, también digo narradora,y esta percepción se extiende a todo el equipo. Para los chicos internados, poder imaginar y contar cosas es mas que necesario. Es un derecho que no se les puede negar. El derecho a divertirse, aun en un contexto difícil y con muchas limitaciones.


NATALIA FERNÁNDEZ

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